"El viaje más infinito que te puedo prometer llega sólo hasta el domingo más triste de cada mes..."

sábado, 17 de septiembre de 2011

La recordaba

"Y aún hoy recordaba el olor de su piel y de su pelo. Recordaba las horas de espera en el aeropuerto y las horas de sufrimiento al no verla salir por ninguna puerta. Recordaba su cuerpo, su peso, sus formas en la oscuridad y su forma de moverse en la cama cuando hacían el amor. Recordaba el sabor de su sudor en su hombro, el tacto que tenían su cuello y su oreja al tocarlos con la punta de la nariz, la vista al mirarla fijamente a los ojos, el sonido de las palabras Te quiero al salir de su boca. Recordaba demasiadas cosas. Las noches de desenfreno que empezaban con risas y amor, cambiaban con lágrimas y arrepentimientos y acababan creando más confusión y desesperanza en sus corazones. Las horas debajo de una farola que decía su nombre en una calle de Madrid. Los veranos de descubrimiento y nuevas sensaciones que darían paso a otoños de dolor y desconocimiento. Recordaba su acento y su forma de hablar castellano atropelladamente, como queriendo demostrar que sabía hablarlo. Recordaba sus gestos y tics, así como sus frases estándar y sus frases hechas. Recordaba casi todas las promesas incumplidas y las conversaciones a medio terminar. La última vez que la vio en persona, y las noticias que trajo ese día. Recordaba sus sueños y sus aspiraciones, y como él entraba en todos ellos. Los utópicos planes de huida que trazaron con el techo como papel y sus dedos como pinceles. Los deseos incumplidos que una moneda estafó. Los poemas de dolor que ella inspiró, pero con más fuerza los de amor que le escribió. Recordaba sus dedos tocando el piano, y su voz cantando en él. La recordaba a ella siendo ella, no intentando ser quien no podía ser.

Pero si había algo que él nunca olvidaría, sería lo que ella dijo en el otoño anterior a que todo ocurriera: Si solo te hubiera conocido antes... Todo sería más fácil y menos doloroso, seriamos tú y yo, y nadie más. Daría lo que fuera por poder cambiar el pasado y haberte conocido un par de años antes, porque entonces podría haberme dado a ti como en este momento deseo hacerlo.

Aún se acordaba mucho de ella, y, a veces, pensaba que ella también se acordaría de él."

De regalo, una joya con mucha historia:


Las farolas dicen tu nombre,
se oyen gritos en las calles de Madrid.
Hay voces desgarradas por un secreto
que sólo te conocen a ti.
Y dejan recuerdos flotando en cada esquina,
sin encontrar consuelo en la cantina
que sigue llamándote a ti.
Y su luz ilumina un pequeño hueco
en el que espera ver repetir
aquellos besos y caricias,
aquellas palabras y sonrisas;
aquel todo, pero sin ti.
Las farolas gritan tu nombre,
se escucha un piropo en cada esquina.
Y un Je t'aime y un I love you se perdía
en cada esquina de Madrid.
A la luz de alguna farola fue a morir
tu nombre, dicho por el recuerdo
de tu abrazo repetir.
Y tu voz se consumía,
esnifada por los sueños,
bajo las lunas que hay
en las calles de Madrid.

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