"El viaje más infinito que te puedo prometer llega sólo hasta el domingo más triste de cada mes..."

domingo, 3 de febrero de 2013

Leviatán

Otro fragmento del libro de Paul Auster

"Lillian es una persona salvaje. No sólo es hermosa, ¿comprendes?, también es incandescente. Temeraria, descontrolada, dispuesta a todo, y conmigo nunca tuvo la oportunidad de ser como era.
     Al final, lo curioso no era que me marchara, sino que consiguiera quedarme tanto tiempo. Las circunstancias eran tan peculiares, tan peligrosas y desestabilizadoras que creo que empezaron a excitarla. Eso fue lo que la atrajo, no yo, sino la excitación de mi presencia allí, la oscuridad que yo representaba. La situación estaba cargada de posibilidades románticas, y al cabo de un tiempo no pudo resistirse a ellas y se dejó llevar mucho más lejos de lo que había pensado. Es algo parecido a la extraña e improbable manera en que había conocido a Dimaggio. Aquello condujo al matrimonio. En mi caso, a una luna de miel, aquellas dos semanas deslumbrantes en las que nada podía salirnos mal. Lo que sucedió después no tiene importancia. No hubiésemos podido sostenerlo, antes o después ella hubiera empezado a corretear de nuevo, habría vuelto poco a poco a su antigua vida. Pero mientras duró, creo que no hay duda de que estuvo enamorada de mí. Siempre que empiezo a dudarlo, me basta con recordar la prueba. Podía haberme entregado a la policía y no lo hizo. Ni siquiera después de que le dijera que el dinero se había acabado. Ni siquiera después de que me fuese. Eso prueba que signifiqué algo para ella. Prueba que todo lo que me sucedió en Berkeley, sucedió de verdad.
     Pero no me arrepiento de nada. Por lo menos ya no. Todo ha quedado atrás, se acabó, es historia antigua. Lo más difícil fue tener que dejar a la niña. Creí que no me afectaría, pero la eché de menos durante mucho tiempo, mucho más que a Lillian. Siempre que iba conduciendo hacia el Oeste, empezaba a pensar en seguir hasta California, Sólo para buscarla y hacerle una visita, pero nunca lo hice. Tenía miedo de lo que podría suceder si volvía a ver a Lillian, Así que me mantuve alejado de California y no he vuelto a poner los pies en ese estado desde la mañana en que me fui. Hace dieciocho o diecinueve meses. Probablemente Maria Ya ha olvidado quién soy. En una época, antes de que las cosas se estropearan entre Lillian y yo, solía pensar que acabaría adoptandola, que llegaría a ser realmente mi hija. Creo que habría sido bueno para ella, bueno para los dos, pero es demasiado tarde para soñar con eso. Supongo que no he nacido para ser padre, no salió bien con Fanny y tampoco con Lillian. Pequeñas semillas. Pequeños huevos y semillas. Es sólo un número determinado de probabilidades, y luego la vida se apodera de ti y te quedas solo para siempre. Me he convertido en el que soy ahora y no hay modo de volver atrás. Esto es todo, Peter. Mientras dure, esto es todo."

Leviatán

Fragmento del libro de Paul Auster

"La historia coincidió exactamente con la ausencia de Ben. Un par de días antes de su regreso, finalmente planteé el asunto de qué íbamos a hacer cuando él volviese a Nueva York. Fanny me propuso que siguiésemos como hasta entonces, viéndonos cuando lo deseáramos. Le dije que eso no era posible, que ella tendría que romper con Ben y venirse conmigo si queríamos continuar. No había lugar para la duplicidad. Debíamos contarle lo que había sucedido, resolver las cosas lo más rápidamente posible y luego hacer planes para casarnos. Nunca se me había ocurrido que no fuera eso lo que Fanny deseaba, pero esto sólo demuestra lo ignorante que era, lo mal que había interpretado sus intenciones desde el principio. No dejaría a Ben, me dijo. Ni siquiera había considerado esa posibilidad. Por mucho que me quisiera, eso no era algo que estuviese dispuesta a hacer.
   Aquello se convirtió en una conversación angustiosa que duró varias horas, una vorágine de argumentos circulares que nunca nos llevaban a ninguna parte. Ambos lloramos mucho, implorando al otro que fuese razonable, que cediese, que mirase la situación desde otra perspectiva, pero no dio resultado. al vez era imposible que saliera bien, pero tal y como se desarrolló me pareció la peor conversación de mi vida, un momento de ruina absoluta. Fanny se negaba a dejar a Ben y yo me negaba a quedarme con ella a menos que lo hiciera, tiene que ser todo o nada, le repetía yo. La amaba demasiado para conformarme con una parte de ella. En lo que a mí se refería, cualquier cosa que fuera menos que todo, sería nada, una miseria con la cual no podría vivir. Así me quedé con mi miseria y mi nada, y el asunto terminó con nuestra conversación de aquella noche. A lo largo de los meses que siguieron, apenas hubo un momento en que no lo lamentara, en que no me doliera mi terquedad, pero no había la menor posibilidad de revocar el carácter concluyente de mis palabras.
    Todavía ahora no logro comprender el comportamiento de Fanny, supongo que uno podría desechar todo el asunto y decir que simplemente se divertía con una aventurilla mientras su marido estaba fuera de la ciudad. Pero si la relación sexual era lo único que buscaba, no tiene sentido que me eligiese a mí. Dada mi amistad con Ben, yo era la última persona a la que habría recurrido. Tal vez lo hacía para vengarse, por supuesto, aprovechándose de mí para saldar sus cuentas con Ben, pero a la larga no creo que esa explicación profundice lo suficiente. Presupone una especie de cinismo que Fanny nunca tuvo realmente, y quedan sin respuesta demasiadas preguntas. También es posible que pensara que sabía lo que se hacía y luego empezara a amilanarse. Un caso clásico de enfriamiento, por así decirlo, pero entonces ¿cómo interpretar el hecho de que nunca vacilase, de que nunca mostrara el menor asomo de arrepentimiento o indecisión? Hasta el último momento nunca se me pasó por la cabeza que ella tuviese ninguna duda respecto a mí. Si la relación terminó tan bruscamente, tenía que se porque ella lo esperaba, porque desde el principio había sabido que sucedería así. Esto parece perfectamente verosímil. El único problema es que contradice todo lo que dijo e hizo durante las tres semanas que pasamos juntos. Lo que parece un pensamiento clarificador finalmente  no es más que otro tropiezo. En el momento en que uno lo acepta, comienza de nuevo el acertijo.
    No todo fue malo para mí, sin embargo. A pesar de cómo terminó, el episodio tuvo ciertas consecuencias positivas, y ahora lo considero una coyuntura clave en mi historia personal. Para empezar, renuncié a la idea de reanudar mi matrimonio. Amar a Fanny me había demostrado lo inútil que eso habría sido y abandoné tales pensamientos de una vez por todas. No hay duda de que Fanny directamente responsable de este cambio de actitud. De no ser por ella, nunca habría estado en situación de conocer a Iris, y a partir de entonces mi vida habría evolucionado de forma totalmente diferente. Una forma peor, estoy convencido; una forma que me habría llevado a la amargura contra la cual Fanny me advirtió la primera noche que pasamos juntos. Al enamorarme de Iris cumplí la profecía que ella me había hecho esa misma noche; pero antes de poder creer en la profecía tuve que enamorarme de Fanny. ¿Era eso lo que ella estaba tratando de demostrarme? ¿Era ése el motivo oculto de nuestra disparatada relación? Parece descabellado incluso sugerirlo, y sin embargo concuerda con los hecho mucho más que ninguna otra explicación. Lo que estoy diciendo es que Fanny se echó en mis brazos para salvarme de mí mismo, que hizo lo que hizo para impedirme volver con Delia. ¿Es posible tal cosa? ¿Puede una persona realmente ir tan lejos por el bien de otra? De ser así, los actos de Fanny se convertirían ni más ni menos que en extraordinarios, un gesto puro y luminoso de sacrificio personal. De todas las interpretaciones que he considerado a lo largo de los años, ésta es la que más me gusta. Esto no significa que sea cierta, pero puesto que puede serlo, me complace creer que lo es. Después de once años, es la única respuesta que todavía tiene sentido.
    Una vez que Sachs volvió a Nueva York, pensé en evitar verle. No tenía ni idea de si Fanny iba a decirle lo que habíamos hecho, pero aunque guardase el secreto, la perspectiva de ocultárselo yo me resultaba intolerable. Nuestras relaciones habían sido siempre demasiado honestas y francas como para hacer eso, y yo no estaba de humor para empezar a contarle mentiras en aquel momento. Además, me figuraba que me calaría enseguida, y si Fanny le contaba a qué nos habíamos dedicado, yo estaría exponiéndome a toda clase de desastres. De una forma u otra, no estaba en condiciones de verle. Si lo sabía, actuar como si no lo supiera sería un insulto. Y si no lo sabía, cada minuto pasado en su compañía sería una tortura."